Entre Famaillá y Villa Allende, el negocio de empanadas que nació de la crisis del 2001

Delia Del Carmen Figueroa tiene 62 años y trabaja desde los once. Orgullosa cuenta que está a punto de terminar sus estudios de escuela primaria sentada en una de las mesas de «El Rancho Tucumano», el local situado frente al Polideportivo de Villa Allende desde donde sus empanadas ganaron fama local. De la crisis del 2001 sacó a relucir su herencia y aprendizaje junto a su madre y con el último peso que le quedaba dio inicio a un negocio que hoy da trabajo a toda su familia. Sus logros, planes y secretos de cocina para obtener las que muchos consideran las mejores empanadas de la región, en esta nota con DiarioSierras.com



«Hace más de 20 años estoy en esto pero desde chica estuve vinculada porque mi madre hacia empanadas. Me trajeron de Tucumán teneindo solamente once años, por la situación crítica que había allá en Tucumán. Acá mi mamá empezó a hacer tortiullas, rosquetes y empanadas los fines de semana y durante la semana los salía a vender casi hasta los 15 años con el canasto. Cuando salía a vender por el barrio iba sola, cuando iba a la cancha iba con mis hermanos», inicia Delia su relato, sentada con un cartel de fondo donde se ve su figura con traje de gourmet. Su marido se le acerca y le consulta algo de la cocina mientras ella responde.





Sobre el porqué del éxito de las empanadas tucumanas, la entrevistada comentó: «Creo que hemos nacido con eso gracias a Dios, que es la escencia nuestra, yo soy tucumana y de Famaillá, de donde se hace el Campeonato de la Empanada, yo siempre voy a participar. Desde que tengo uso de razón mi mamá siempre ha hecho y después cuando vinimos a Córdoba éramos diez hermanos y pudimos ayudarnos con la venta de empanadas».

Un negocio que surgió de las cenizas de 2001
Delia relata como dspués de trabajar de hacer todo tipo de labores volvió a las fuentes en un momento crítico del país, el colapso del 2001: «en el 2001 mi marido se quedó sin trabajo por la situación económica que no teníamos para comer. Tenía recuerdo un peso, un kilo de harina y un poquito de grasa, me hice tres tortillas. Tengo un hijo que es vendedor tambien, salió a vender dos empanadas, comimos una y de ahí empezamos a hacer. Es como dicen que en las grandes crisis uno busca salir adelante, yo tenía cuatro hijos y mi marido sin trabajo. Le pusimos el pecho y aún estamos. Nunca había pensado hacer para vender, yo vendía en mi casa los fines de semana. Después me fui a las Sierras por la situación económica también porque no alcanzaba lo que ganaba los fines de semana para pagar la luz, el gas, y estábamos en ese tire y afloje. Tuvimos una Traffic que tuvimos que vender y de ahí me hice un quinchito con dos hornos ecológicos esos que le dicen chilenos. Luego conseguimos un local allá en la Plaza Federal en la Comuna de San Rque, donde empezamos a hacer tortillas y asi empezamos con una despensita. Íbamos con mi marido porque mis hijos quedaron solos acá y estábamos y a veces eran las tres de la mañana y seguiamos cortando carne porque nuestras empanadas son todas cortadas a cuchillo. Así que estábamos preparando todo para el otro día, derretir grasa y hacer todas esas cosas».



Poco a poco la familia trabajaba e iba ganando clientes, pero fue en comuna de San Roque donde comenzó a crecer la idea de tener un negocio propio: «estando allá en las Sierras y luego en un camping que tuvimos una concesión, pero queríamos tener acá en Villa Allende, yo lo tenía de cliente al Dr Ruibal muy renombrado. Un día le hice un comentario de que me iba a ir a las Sierras por la situación económica. El me dijo que no, que ellos me iban a buscar un local para poner acá, a mi me daba una verguenza terrible, no quería ser caradura ni aprovechadora de la situación. De tanto venir a verlos a mis hijos que estaban acá, paso y veo este local en alquiler. Así fue que empezamos un 25 de Mayo hace seis años, ese 25 de Mayo tenía que hacer locro y empanadas, no habíamos pedido la luz con tiempo. Estábamos en la parte chiquita y yo le decía a mi hermano, que es mi socio que íbamos a llegar a tiempo».

Desembarco en «La Villa»
De San Roque el sabor tucumano llegó a Villa Allende, donde vivían sus hijos y donde Delia veía que podía crecer con su negocio. Allí apareció una ayuda inesperada y una estrategia de MKT propia: «teníamos algunos clientes que eran de acá y apenas pusimos vinieron a comprarnos, luego vinieron mi nieta y mi sobrina en el semáforo con empanaditas chiquitas para que la gente las prueba, ese día fue una cosa increíble, somos bendecidos. Ese día los autos paraban, daban la vuelta y venían a comprarnos empanadas. No dábamos abasto, ahí empezamos de a poco, siempre con la misma escencia. Yo siempre les digo a mis hijos, ustedes tienen que atender como les gustaría que los atiendan y las cosas tienen que salir como austedes les gustan. Acá las cosas se hacen en el momento, no tenemos nada freezado y se hornea cuando vos venís y me las pedís. Nos sería muy fácil tener todo armado, veinte docenas horneadas y solo calentarlas, pero yo no quiero eso, quiero que usted coma la empanada horneada en el momento, porque esa es la empanada tucumana».

Regreso triunfal a Famaillá
Sobre las paredes del local pueden verse premios y reconocimientos del Campenato nacional de la Empanada desarrollado en su tierra natal, donde cada año vuelve a competir para mantener el lazo con las fuentes: «siempre quise volver a Famaillá a paticipar, uno ama los lugares de la infancia, y cuando volvímos bueno decidí participar en el Campeonato y varias veces lo hice con distinciones muy especiales, logré un tercer puesto. Este año participé y el año que viene lo haremos de nuevo. Me gusta y ya gracias a Dios estamos siendo conocidos en todos lados y nos pusieron como la empanada número uno. Acá en «El Rancho Tucumano», tenemos un pedacito de Famaillá».


La fórmula secreta
Y finalmente Delia nos confía la receta de las empanadas que ganaron el último certamen de «Emapanada de Autor» desarrollado en Villa Allende: «la tucumana lleva el 20 o 30% de cebolla y lo demás carne, la salteña es 50 y 50, creo. No me quiero meter se me van a enojar los salteños, pero según la receta es así, lleva mucha más cebolla, es una empanada con mucha más jugosa, pero es más aceite por la cebolla misma».

En el local trabaja toda la familia, sus cuatro hijos, los tres hijos de su hermano y sus nietos. «Nos turnamos, estamos a veces uno a veces otro y mis hijos siempre. Ahora todo el mundo hace empanadas picada a cuchillo, es muy sencilla, lleva huevo duro, cebolla de verdeo condimento y nada mas. Los condimentos son ají, comino y sal, nada más. Es la mano. Yo siempre le pido a Dios que me dé esa sabiduría, esa mano que me ha estado dando para poder hacerlo. Yo a veces vengo y no sé las cantidades pero largo y no hay que tocarle nada. Lo que yo deseo es que mis hijos sigan en esto, dejarles un campo. Yo estoy muy cansada, son más de veinte años y desde los once trabajandoy que lleven el nombre de «El Rancho tucumano» bien asociado a ellos, que lo quieran y lo amen.



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