¿Para qué nos sirve aprender de la Historia?

Por Lucas Martín Di Marco. A fines del año pasado, mientras ejercía una suplencia en una catedra de Historia de un colegio secundario llamé la atención a un alumno porque no prestaba atención a la clase. Prefería concentrarse en su celular para jugar a matar y morir entre soldados y terroristas (delicias del Big Data).

Este alumno me miró con fastidio y me preguntó ¿para que le servía a él la Historia de la Generación del ’80, la Revolución Rusa o la Segunda Guerra Mundial? Me costó hacerle entender el valor de no reiterar errores del pasado. Le conté que teniendo yo 22 años era un joven recién recibido de Comunicador Social y pasante en un medio universitario cuando tuve que cubrir la caída de De la Rúa y el Argentinazo. Que había visto con mis ojos cuando tenía la misma edad que él como empleados públicos quemaban un busto de Yrigoyen en la Casa Radical, que me pagaban con Lecor, Cecor y demas engendros. Que la radio y la TV nos torturaban con el Riesgo País y demás indicadores que destruían la autoestima de cualquier Nación, invitándome a emigrar. No pude hacerle entender la gravedad de ese tipo de hechos por algo muy simple: para mi tenían una carga emocional, mientras que él no había nacido.

El golpe de nocaut a mi mandíbula fue su segunda pregunta: ¿quiénes eran Cavallo y De la Rúa? Opté finalmente por seguir con la clase tras una breve indicación que tuvo mucho menos peso que las luces de colores salidas de su móvil. Ya en mi casa pensé mejores respuestas. Me vinieron a la cabeza las frases de George Orwell en 1984: “Quien controla el pasado controlael futuro. Quien controla el presente controla el pasado”. Y ahí entran los medios en su rol docente.

Otras frases que me llegaban a la cabeza eran las de Sigmund Freud: «lo que no se recuerda ni se reelabora de manera conciente, inevitablemente se repite»; y hasta María Elena Walsh con su letra del Reino del Revés: «en el País del no me acuerdo hago dos pasitos y me pierdo». Todo muy lindo, pero fracasamos. La Historia se repitió una vez más. Aquellas avionetas que volaban sin cesar al Uruguay cargadas con dólares de ahorristas en 2001 están calentando motores en 2019. Aquellas publicidades de mediados del último año de «Chupete» en Casa Rosada afirmando que el Blindaje (un préstamo por U$S 40 mil millones), iba a traer mas educación, Salud, Seguridad se repitieron este año. Nunca explicaron que ese dinero iba a entrar, hacer ganancia con Tasas de Interés altísimas y luego volver a salir, dejando eso sí, la cuenta de los 40 mil millones a cargo de mis hijos y nietos. ¿Dónde está esa plata?, ¿cuántos hospitales, escuelas, industrias, centros deportivos y de investigación se podrían haber hecho con ese monto?

Quién podría responder a esa pregunta, o uno de ellos al menos, es el ex ministro de Economía Domingo Félipe Cavallo, que en lugar de eso hoy publicó una columna en el portal Infobae  destacando su predicción acerca de la corrida cambiaria  post PASO. Gran mérito. Ni una palabra de autocrítica, ninguna explicación. No sólo no se hizo cargo de lo hecho en sus épocas de Superministro sino que se erige en juez de la realidad actual. Pero Cavallo no inventó la pólvora. El ex superministro llegó al Gobierno en el Gobierno de la Dictadura Militar.

Celestino Rodrigo, ministro de Isabel Perón. El inicio de la Especulación financiera

Tras la muerte de Juan Perón, su ministro de Economía, José Bar Gelbard tuvo que dar un paso al costado y permitir el arribo de los economistas «iluminados» venidos de la Escuela de Chicago. Celestino Rodrigo fue el primero, con su tablita para calcular intereses que comenzó a sacar el ojo de la Economía Productiva para llevarlo a la Financiera, a la Timba Financiera. Argentina atraía «inversores» que venían a apostar en nuestro gran Casino nacional asegurándose grandes ganancias con la garantía del Gobierno. Eso si que era ser un País en serio, ¿no?

A Rodrigo e Isabel los sucedieron Videla a cargo del Ejecutivo y Martínez de Hoz en Economía, más de lo mismo y el ‘Mingo’ llegaba al Banco Central, desde donde nacionalizaría la deuda de empresas privadas (entre ellas las de la familia Macri).

Martínez de Hoz con Videla

El virus ya se había instalado y el mercado financiero nacional comenzó a volcarse a la especulación desde aquella ‘tablita’ de Rodrigo. De golpe nuestra economia dependía para vincular a nuestros recursos naturales con nuestros recursos humanos de los dólares que nos prestara en FMI, un órgano creado en los Acuerdos de Breton Woods para financiar la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial con EEUU como prestamista (y condicionar a esos gobiernos europeos políticamente). De Martínez de Hoz son los recuerdos de la ‘Plata Dulce’, aquel film donde un genial Federico Luppi termina preso tras comerse el cuento de que podía generar plata de la nada. La «viveza criolla» en su máxima expresión.

Plata Dulce, el film que reflejaba la especulacion financiera en los ’70

Alfonsin llegó luego al Gobierno, pero no tanto al Poder en el ’83. Su gestión estuvo condicionada desde el vamos por el desastre en las cuentas públicas que dejaron los militares. El mismo Cavallo reconoce hoy en su columna como Jesús Rodríguez y Mario Broderson lo señalaban por frenar el desembarco de capitales al País en aquel triste año ’89, el año de la Hiperinflación. Luego sería Eduardo César Angeloz quien tendría que acortar su mandato a cargo del Ejecutivo provincial: «Entrego mi cabeza porque no estoy dispuesto a presentarme de rodillas ante ningún tecnócrata mesiánico», decía «El Pocho» para acusar al Mingo, que ya deba sobradas muestras de «amor» por su tierra.

En esa década noventosa Cavallo dominaba el Ministerio de Economia de la Nación con la famosa Convertibilidad Económica, que fue minando nuestra industria y se sostenía en base a endeudamiento externo: teníamos la economía dolarizada pero no fabricábamos dólares, lo que nos volvía sumamente dependientes de intereses externos, las famosas «Relaciones Carnales».

El espejismo duró hasta que la devaluación del Real brasileño hizo directamente inviable la producción local. Eso si, llovían capitales que entraban, hacían la diferencia y se iban. ¿La clase media?, chocha: podía ir a Miami y pedir el «dame dos». No había obras, no había préstamos a Pymes, no llegaban esos miles de millones de dólares a la Doña Rosa a quien interpelaba Bernardo Neustand. Sin embargo Doña Rosa, sus hijos, sus nietos y bisnietos le deben al FMI y a otros acreedores toda esa plata.

1 a 1, de igual a igual con el Dólar sin producir un tornillo en el País, otro delirio argento cuyo despertar fue el Argentinazo

Antes de la irrupción de Celestino Rodrigo en la década del sesenta el presidente radical Arturo Illia fue presionado por el FMI para recibir préstamos a cambio de monitorear las cuentas nacionales. El ministro de Economia de aquél entonces recordó que el médico (que llego a presidente y luego volvió a ser médico), se enojó con los enviados el Fondo y lo mandó a pagarle lo adeudado. Ese gesto de grandeza, entre otros motivos, le costó a Illia un Golpe de Estado.

Recorte, sacrificio, pasar el invierno, etc. Cantos de sirena que no tienen nada de nuevos

«¿Quieren que me baje los pantalones, me los bajo», dijo Jorge Grinspún, ministro alfonsinista, para exponer las pretensiones de otra misión del FMI venida a controlar nuestros números y procedió a cumplir su promesa ante la mirada atónita de los enviados de la «Comunidad Internacional». Vale decir que Alfonsín nunca tuvo respaldo económico desde los centros de poder mundial, que aceleraron su caída. En una entrevista el primer presidente desde la restauración democrática señalaba lo que era tener que convivir con el Imperio: «la gente común habla del imperialismo y después se va a dormir, comer, a bailar. Un presidente vive las 24 horas del día atavesado por el imperialismo en su cabeza». Es el mismo Alfonsín que dijo cosas como «Macri es el límite» o señaló a Carrio como enemiga de la UCR. Está claro que los radicales de hoy saben menos Historia que mis alumnos, pero sigamos.

Macri, Kamerath, De la Sota, Menem, Schiaretti y Hernán Olivero festejan la asunción del primer gobernador peronista tras la recuperación democrática

Néstor Kirchner echó a los funcionarios de esa entidad, que ya tenían una oficina dentro de la Casa Rosada. «No los necesitamos para funcionar» dijo Amado Boudou cuando era ministro de Economía de Cristina. Y Argentina vivió 14 años «con lo nuestro» (más lo prestado por China y Venezuela), revirtiendo el ciclo: en vez de endeudarse, se desendeudó como lo muestra el gráfico actualizado del portal argentina.gob.ar:

Hubo si duras negociaciones encabezadas por quien hoy es candidato presidencial, Roberto Lavagna, hubo acreedores que no aceptaron la quita del 75 por ciento: los famosos «buitres» encabezados por Paul Singer, a los que Macri pagó casí con reverencia.

Alfonso Prat Gay, el primer ministro de Economía de la era macrista, admitía el 11 de Diciembre de 2015 que «la situación económica no era crítica», contrariando la bandera de la «Pesada Herencia» de su jefe.
Con ese último pago a los holdouts parecía que la tormenta finalizaba, pero no. En 2015 el actual presidente recibio el país con 240.665 millones de Dólares de Deuda Pública. Este Gobierno nos «abrió al mundo» llevando las reservas de Oro del BCRA a Londres y se retira estableciendo un Cepo Cambiario por falta de Dólares en el Mercado. Hoy la Deuda Pública es de 324828 millones de verdes (ver gráfico). Es decir que en menos de cuatro años nos endeudamos en U$S 84 mil millones de Dólares americanos. ¿Dónde están?, ¿en que se invirtieron? Adivinen.
Cada argentino tenga la edad, sexo o ideología que sea debe 1870 millones de dolares más gracias a este Gobierno. ¿Qué me dieron a cambio de endosarme esa deuda?
Es muy probable que Alberto Fernández asuma en Diciembre, ya hizo las pases con el grupo mediático más importante del País. Deberá negociar también con los acreedores y surgirán desde la Oposición voces críticas de un ciclo que nuestra tierra repite casi como un mantra: crisis económica, estabilidad y crecimiento por rebote, endeudamiento y nueva crisis.

Ojalá la Historia recuerde este momento como la última vez que los argentinos nos dejamos embaucar por sofistas que toman mate en una publicidad y luego usan palabras retorcidas para explicar que otra vez nos endeudaron a cambio de nada. ¿Será que tenemos tanta cara de estúpidos?, a juzgar por las explicaciones de tecnócratas actuales y anteriores cuando se defienden, parece que sí.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: