Nicolás Jozami: «cada autor no puede dejar de reescribirse en sus experiencias»

Siguiendo con la recorrida para encontrar escritores locales, presentamos a Nicolás Jozami, quien presentará el próximo Jueves a las 18 horas en la Biblioteca Córdoba «La joroba del Edén», libro de relatos. Una obra poblada de detalles y en esos detalles residen algunas claves y pruebas, de un narrador de sangre y huesos y madera y ópalos.



En diálogo con DIARIO SIERRAS, Jozami comentó sus obras anteriores en las letras locales: «este es mi tercer libro de cuentos; publiqué «El brillo gemelo» en 2016, que salió por editorial Borde Perdido, y «La quimera» en 2009, que salió por editorial Ciprés. Las expectativas que tengo por la presentación de «La joroba del Edén» son las que tiene alguien que lanza su objeto, su creación al mundo, para que haga su propio camino, algo verdaderamente imposible de prever».

¿Qué significa este libro para vos?

Este libro está conformado por siete cuentos, donde continúo con ciertas temáticas, con las formas en que miro el mundo, ya que de eso un escritor no puede desembarazarse, y que deben ser parecidas a las de mis libros anteriores, pero creo, o intenté al menos, reunir cuentos que varían el tono, o cuyo tono se modifica entre un cuento y el otro. Quise apostar a un heterodoxia narrativa lo más autónoma posible entre cada uno de los textos. Casi como si se pudiera extraer cada uno de los siete y ubicarlos en libros distintos. Por ejemplo, el último relato, el más largo, «Diáspora», no podría convivir con «El aniversario de Artemisa» en el libro clásico de cuentos de tal género; el primero es de una tesitura opaca, con un registro horizontal, como escondiéndome del personaje, y el otro le da al personaje una preeminencia total, es un policial que rodea al género, que juega con sus sombras».



¿Hay una secuencia entre tus obras anteriores y esta última?

la construcción fue lenta, como me sucedió con los otros libros; la escritura de los cuentos dista mucho entre sí. En algún momento, cuando tengo el título, algunas devoluciones críticas de lectores y escritores, decido unirlos o voy colocándolos para medir el efecto que tienen, o que yo percibo en ellos. Así como cada autor no puede dejar de reescribirse en sus manías, modos de sentir y de percibir el mundo, al mismo tiempo cada uno posee esa singular manera, única, de decidir cuándo cree que un libro de cuentos -en este caso- está. listo. El pulso de escritura no cede, hay cortes que seccionan ese río interminable de palabras».

¿Cómo fue la creación de ‘La Joroba del Edén’?

Pensé finalmente a «La joroba del Edén» como imagen de un ecualizador: según el sonido, (el atravesar cada cuento) aparecen las líneas dispuestas a diversas alturas (según cómo y desde dónde pegó el cuento leído). Eso busco que sea la experiencia de lectura, que indefectiblemente está unida a la escritura. Lo que me ha gustado leer, intento devolverlo en escritura, filtrado por mi subjetividad. Para un escritor, la literatura es una rueda que recicla sensaciones. Me encantó algo que dijo Carlos Yushimito: «Un escritor es un lector que perdió la fe en la soledad». Le faltó agregar que esa fe se pierde, porque se busca afanosamente lanzar botellas al mar para convidar los propios fantasmas.



¿Cómo es escribir en cba? ¿Cómo es el mercado editorial cordobés?
Por suerte se escribe mucho en Córdoba, se hace literatura desde diversos registros, aunque, si uno hace un corte transversal, para observar el estado de la cuestión, podrá notar intereses de escritura, temáticas epocales, voces que buscan un centro. Se escribe y publica mucho, con editoriales independientes que pechan fuerte, que leen bien, que trabajan con el autor y saben distinguir mercado de buen producto, pese a que la circulación es siempre un tema complicado y que trae dolores de cabeza. El mercado editorial no diría que es vasto en Córdoba, pero hay engranajes que se nutren entre sí, y eso ayuda a la visibilidad y a la promoción de autores locales. Voy a dar dos ejemplos de esto: uno fue la conformación de lo que se llamó el espacio Barón Biza, editoriales independientes locales que, luego de seguramente arduas discusiones y movimientos y cálculos, pudieron ocupar en un stand en la Feria del libro local, (endogámica, poco flexible, costosa para participar) donde prácticamente al caminar te topabas con esa producción. Ahí estaban las editoriales como Nudista, Caballo Negro, Borde Perdido, Postales Japonesas, Los Ríos, Portaculturas, Letranómada, entre otras. Creo que fue un acierto ese espacio. El otro lo traigo de ahora, que recién vuelvo del Festival Internacional de Poesía de Córdoba: cantidad de editoriales con textos variados, en una interrelación pensada (eso es sobrevivir) y con precios accesibles, hermosas ediciones y apostando a voces distantes y distintas. Recuerdo finalmente algo que cae de maduro, pero lo pudriré de tan maduro que cae: que un libro venda mucho, no indica que ese libro sea bueno; al mercado le interesa la lista de libros más vendidos, no la lista de los mejores libros. Punto. Las editoriales pequeñas deben moverse en esa tensión; las grandes lo tienen resuelto.

¿Hay un tipo de lector al que va dirigido el libro? 

En el momento en que uno se sienta a escribir ficción, no diarios íntimos ni confesiones, (aunque hasta allí lo podríamos encontrar), se escribe para alguien. Así como el pensamiento es un diálogo con uno mismo, siempre se escribe pensando en ese alguien brumoso, difuso, que interpretará lo escrito de la forma en que le parezca. ¿Se escribe para alguien? Respuesta: siempre, aunque ese alguien sea inexistente o nunca tome forma. Este libro, o mis cuentos, específicamente, van dirigidos a un lector que pretendo curioso, intenso, que se sienta siempre un poco improbable, como decía Oscar Wilde, que se permita sorprenderse, hasta aburrirse; debo confesar que al inicio, uno quiere siempre mostrar lo que sabe, cómo se ve eso que cree saber, quiere iluminar y pedagogizar al lector; con la práctica, con la reescritura, con los litros de tinta descartados, te das cuenta que el escritor que vale no es el que quiere cachetear al lector para que despierte, sino para que siga soñando su propio sueño con mayor color. Personalmente, no querría llegar a ser o ser un «escritor ingenioso».

¿Cómo esperás la recepción de la gente?

Querría que salgan todos jorobados de la presentación del libro. Ahora voy en serio: que un párrafo, que un cuentito, conmueva desde algún lugar a un lector, es la satisfacción mayor a la que uno aspira.

Si fueras el personaje de «El nombre de la rosa» ¿qué libro rescatarías de la biblioteca que se incendia?

Cualquiera de Kafka, o todos, aunque me queme. Moriría cumpliendo la última voluntad de Franz, que era volver cenizas sus obras, aunque en este caso, intentando hacer yo todo lo contrario. Un gesto kafkiano. Y pensándolo mejor, un buen motivo para un cuento ¿no?



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