Si vos querés… Por Federico Tello

A pocos días de las elecciones generales presidenciales, la población argentina vivió una verdadera fiesta democrática. Donde la participación electoral superó el 80% y los primeros resultados estuvieron a la hora estipulada, cerca de las 21 horas, y donde la derrota fue aceptada poco después. La victoria de Alberto Fernández fue ajustada, por los que podemos decir que la gran derrota fue para las consultaras quiénes pronosticaban una Victoria aplastante.

El fracaso electoral del domingo pasado del Ing. Mauricio Macri, quién buscaba la reelección, convalidó el contundente NO –aunque en menor medida- de la sociedad a la gestión de Cambiemos ya pronunciada en las PASO del 11 de agosto. PASO que sí sucedieron y aunque desde el gobierno trataron de negar esa realidad que les dolía, la sociedad castigó electoralmente al gobierno por las promesas incumplidas y la crisis económica/social.
Desde entonces se adujo que la crisis económica fue producto de la mala decisión del electorado al optar por la formula “Fernández–Fernández”, pero fue todo lo contrario. Las PASO fueron una consecuencia de la crisis que explotó dos años antes por los errores del oficialismo.
Desde entonces, el gobierno buscó arengar a los propios bajo el desgastado lema del “Si se puede” ante una fuerte caída emocional. Las innumerables “caravanas” demostraron que “si se puedo” sólo contener a los propios, lejos quedó la incidencia electoral. En las urnas del domingo, los electores volvieron a decirle NO, aun así lograron llegar al 40% de los votos.

La grieta social

Luego de los primeros resultados electorales, las redes sociales fueron las verdaderas protagonistas de la grieta, una “grieta digital”. En ellas se puede ver, desde hace años, la grieta kirchnerista y antikirchnerista, pero ahora no solo que se profundizó, sino que está condimentada con ODIO.

No es noticia que siempre existió en nuestro pais la grieta, sabemos que es histórica pero en este S.XXI los nuevos medios de comunicación hicieron que quedaran lejanas las discusiones entre amigos o familia, brindando herramientas para ampliar, aún más, la famosa grieta.
La gestión de Cambiemos dijo que iba a terminar con la grieta, pero fue otra de las promesas incumplidas. Ahora no solo divide pensamientos y posturas, ahora divide clases sociales.
Sólo hace falta recordar “El Facundo” de Sarmiento, escrito en 1845, donde materializa un conflicto que inicia con el proyecto civilizatorio europeo: la lucha entre la civilización y la barbarie, el hombre blanco y la ciudad como íconos de la primera; el campo y el gaucho como representantes de lo segundo. Este 2019 no parece ajeno a aquel concepto, basta con solo dialogar con quién piense distinto o entrar 2 minutos a cualquiera red social y nos vamos a encontramos con esta estigmatización social.
La dicotomía utilizada «Nosotros/ellos», evidencia la intolerancia. En la Argentina se castiga por haber votado distinto, se odia y se maldice. Algunos que bregaban por los valores republicanos, son los principales propulsores de este odio post resultado electoral adverso.

Esa vieja “grieta social” tan arraigada en nosotros, evolucionó y no precisamente en el buen sentido, la crítica se hizo una mala costumbre. El ejemplo más claro fue el de Brian Gallo quien fue víctima de discriminación en el proceso electoral, situación que desde ambos lados de la grieta se criticó fuertemente. El presidente electo se juntó con él, dejando así un fuerte mensaje simbólico, ¿Podrá ser esta una oportunidad para dejar de lados los prejuicios?.
Ante este hecho, me gusta recordar el Martín Fierro, que buscó en 1872 reivindicar a ese gaucho renegado, incivilizado y postergado, por Sarmiento. Hernández pudo plasmar una visión de que es posible. La solución es, ir contagiando individualmente un mensaje esperanzador y de unión.

La Argentina se consolidó con el “bárbaro” y con el “civilizado”, con el inmigrante, y con toda aquella persona que pise suelo argentino, como consagra nuestro preámbulo constitucional. Es hora de que, como sociedad entendamos eso, para dejar atrás de una buena vez la división que tanto daño ha hecho y hace.

Transición

En esta democracia, la grieta del odio permanece arraigada en los ciudadanos. Esta semana los dirigentes políticos han demostrado madurez política. Macri con Fernández y Vidal con Kicillof, ojalá esto perdure y lleguemos a celebrar un traspaso de mando ordenado. Es hora de que, como ciudadanos empecemos también a marcar la agenda política y dejemos de alimentar esa grieta, de la cual algunos políticos pretenden vivir.

Para esto la democracia argentina necesita que, Juntos por el Cambio se consolide como fuerza opositora y que el futuro oficialismo resuelva los problemas sin excusarse en la “herencia reciba”. Como dice Andrés Malamud, “La responsabilidad de la dirigencia moderada es clave. Porque, en los extremos del arco ideológico, pequeños Maduros y Bolsonaros acechan…”.
Esta transición no solo debería ser política, sino, también, una buena oportunidad para que como ciudadanos empecemos a dejar el camino del odio y discriminación. Necesitamos reconocernos como pares en esta hermosa democracia que, aun con algunos defectos, nos debe unir.
Contrastando así con el pensamiento de Sarmiento, Tzvetan Todorov expresa que: “La civilización viene a ser la capacidad de reconocer al otro, aunque sea diferente a nosotros. La barbarie, por su parte, surge cuando se llega a considerar al otro como un ser inferior».
¿Podremos como sociedad transitar este cambio? Un cambio auténtico, que empiece con nuestro ejemplo. Que el 2020, nos encuentre “civilizados” y unidos para una mejor Argentina. La decisión es personal. Vos ¿Querés?

(*) Federico Tello
Instagram y Twitter: @FedeTelloCba

 

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