Multitudinaria marcha de cierre para el Día de la Memoria, Verdad y Justicia

(ANSA) – BUENOS AIRES, 24 MAR – Miles de personas repudiaron hoy en las calles de Argentina el último golpe de estado ocurrido hace 42 años, pero como nunca antes con una creciente preocupación ante cierta retracción judicial que amenaza con beneficiar a feroces represores condenados.



Las concentraciones de este 24 de marzo, fecha de la implantación de la última dictadura militar en 1976, se cumplieron en medio de decisiones de la Justicia que otorgan el beneficio del arresto domiciliario y otras flexibilizaciones a torturadores y asesinos siniestros.
El caso más resonante es el de Alfredo Astiz, llamado «el ángel de la muerte» y uno de los símbolos más cruentos de los años de sangre y plomo, que aparece en una lista armada por el gobierno para ser transferido a un arresto domiciliario a raíz de su estado de salud, pese a su condenada a perpetua.
Miguel Etchecolatz, uno de los torturadores más despiadados del régimen, también obtuvo la prisión domiciliaria en diciembre pasado, pero tras meses de marchas y protestas, la Justicia se la revocó el lunes pasado.
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto calificó de «provocación» la aparición de Astiz en una lista de posibles reos excarcelados a pocos días del 24 de marzo.



«Uno podría entender que se los lleve para morir en su cama, pero estos personajes son tan mentirosos que habría que probar con médicos especializados que se van a morir en unos días», advirtió.
El premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel fue aún más tajante: «No se le puede dar libertad a quienes cometieron delitos de lesa humanidad». La posición del gobierno de Mauricio Macri sobre el tema ha despertado un malestar generalizado en la opinión pública, que objeta la posición de esta administración en fuerte contraste con sus antecesores, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
El matrimonio Kirchner hizo de la defensa de los derechos humanos y las condenas a represores una bandera de su gestión.
Macri no encabezó este sábado ningún acto oficial por el 24 de marzo pero pidió «unirnos y decirnos todos juntos ‘Nunca más’ a la violación de los derechos humanos».
El presidente se encuentra en Mendoza, donde se realiza la 59 reunión anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la cual hará foco en la «integración inteligente en el mundo, promoviendo economías regionales e inversión en infraestructura».



Pero mientras se observan ciertos retrocesos, por primera vez -no sólo en Argentina, también en el mundo- se creó en Buenos Aires un grupo integrado por hijos, hijas y familiares de genocidas, que hoy marcharon junto a los organismos de derechos humanos en repudio a sus propios ancestros. Se autodenominaron Historias Desobendientes y sus organizadores dijeron que salen a las calles para que «la memoria supere al olvido».
«La necesidad surge por un rechazo absoluto a lo que hicieron nuestros padres, al genocidio que ocurrió en Argentina y la necesidad de expresarnos políticamente desde un lugar que es muy particular. Y la verdad es que es una movida que no se ha hecho en otras partes del mundo», explicaron.
En el Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, declarado feriado inamovible, Abuelas de Plaza de Mayo, Madres Línea Fundadora y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que integra la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, acordaron una única convocatoria para desembocar en un acto unificado.



Se realizó en la emblemática Plaza de Mayo, que está en obra con refacciones, justo frente a la Casa Rosada, sede del gobierno.
La unidad de los actos resulta «necesaria para repudiar las políticas del Gobierno de Cambiemos en materia de Derechos Humanos, en medio del rechazo a los potenciales beneficios a represores presos», dijeron los organizadores.
En medio de ese reclamo, se incluyeron consignas contra «el ajuste, los despidos» y «la implementación de políticas de miedo y represión a la protesta social», en dura oposición al gobierno de Macri.
Movilizaciones del militantes del opositor Peronismo, de diversas corrientes; partidos de izquierda y otras agrupaciones también estuvieron presentes en el masivo acto, que reunió también a ciudadanos de todas las edades y sin identificación política con una misma bandera: el repudio a los represores.



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