Finalmente se dio lo anticipado. Ramón Mestre y Mario Negri irán por carriles opuestos en su pelea para gobernar la Provincia, dividiendo votos opositores al Gobierno de Juan Schiaretti y facilitando de esta forma su posible reeleccion, su tercer periodo al frente del Panal.
Las ganas de Mestre para ser candidato, frustradas sobre el escritorio por Mauricio Macri en 2015 en favor de Oscar Aguad, esta vez no pudieron ser contenidas por el intendente capitalino, que desoyó el verticalismo de Cambiemos y optó por imponerse pese a que la división de votos le reste posibilidades.
Luego de la derrota del 2015, Aguad indicó que la estrategia había sido realizar una campaña de baja intensidad en la Provincia a fin de ganar el premio máximo, la Presidencia de la Nación. Esa venia al peronismo cordobés para mantenerlo apaciguado y no beligerante le habría quitado fuerza a la campaña de Daniel Scioli, según la estrategia del cuestionado actual ministro de Defensa de la Nación.
Hoy el panorama parecía repetirse, con la intención del Jefe de Gabinete Marcos Peña de bajar la candidatura de Mestre en favor de Negri-Baldassi, pero Mestre se opuso reflejando en su acción el deseo de muchos radicales que ven con buenos ojos ocupar un rol más activo y menos sumiso dentro de Cambiemos. «Si la intentona está condenada al éxito o al fracaso», como decía el «Che» Guevara, lo decidirán las urnas.
Un fracazo radical, además de ampliar a 24 los años de gobierno peronista de forma ininterrumpida en la Provincia, debilitaría a los que buscan plantarse más fuerte dentro de Cambiemos y hasta pedir la vicepresidencia en la fórmula de Macri para octubre. Tambien barrería con el futuro político de la principal espada del presidente en el Congreso, dado que Mario Negri de fracazar ahora, quedaría expatriado sine die en la Capital Federal en una versión cordobesa de Lilita Carrio.
Un triunfo radical significaría un batacazo contra pronóstico y golpearía por igual a peronistas y macristas, posicionando por primera vez desde la caída de Fernando De la Rúa a un radical en un puesto de relevancia en una provincia importante. Tambien obligaría a acelerar la postergada renovación del Justicialismo local, que tiene a grandes intendentes como Rodrigo Rufeil, Facundo Torres, Martin Gill, etc, a la espera de jugar grandes ligas y siempre postergados.
Entre tanto se viene un mes y medio de campaña, donde Schiaretti al adelantar los comicios se aseguró no sólo jugar en el terreno más favorable, sino que recoge ahora un regalo impensado: enfrentará a un rival dividido y con un apoyo presidencial tibio por temor a no molestar sus votos cordobeses de cara a octubre. Mestre aparece como el gran apostador del 12 de mayo, que beberá las mieles de la victoria y se probará el traje de refundador del radicalismo habiéndosele plantado al patrón de Cambiemos, o será señalado hacia dentro y hacia afuera como el capitán de la derrota. La suerte está echada.