«Lo que hoy llamamos Grieta se evidenció muy fuertemente en la Reforma de 1918»

El periodista Juan Cruz Taborda Varela presentó la semana pasada el libro «El corazón sobre sus Ruinas», obra que conmemora la Reforma Universitaria acontecida en la Universidad Nacional de Córdoba hace ya un siglo.

El autor conversó con DIARIO SIERRAS sobre aquel momento histórico visto desde la Córdoba de hoy, con similitdes y diferencias, para saber si aquella consigna del Manifiesto Liminar que proclamaba orgullosamente tener «una vergüenza menos y una libertad más», seguía en pié.



¿De qué trata «El corazón sobre sus ruinas»?
La obra se llama «El corazón sobre sus ruinas, crónica de una Reforma que fue Revolución». Es una crónica, tal como lo dice su título, de la Reforma Universitaria que va de Julio de 1917 a Diciembre de 1918. Lo que hago es meterme con los hechos, personajes y lugares, las disputas y todo lo que se fue gestando en lo que se conoció como la Reforma Universitaria desde el momento que ante un mar calmo y donde no pasaba nada, los estudiantes eran respetuosos y a partir de hechos menores, como que a los estudiantes practicantes del Clínicas no los dejen salir de noche se empieza a gestar una rebelión que aparenta ser menor en un comienzo y que termina siendo una explosión revolucionaria en Córdoba no sólo universitaria sino política, cultural y religiosa.

Mi libro anterior fue «La Ley de la Revolución», una biografía política de Gustavo Roca. El punto de unión es que los dos son libros de Historia y en ambos están los Roca en el medio si se quiere. Deodoro Roca fue el máximo líder intelectual y político de la Reforma Universitaria y en «La Ley…» escribo la biografía de su hijo, de Gustavo Roca, pero más allá de esto no hay muchos puntos de unión.

¿Qué cambió de aquella Córdoba de la Reforma a la Córdoba actual?
Uno podría creer que con los cien años que han transcurrido la Córdoba de 1918 debería ser muy distinta a la de este 2018, pero no. Aquella Córdoba Córdoba del ’18 estuvo atravesada por una fuerte disputa entre dos sectores. El sector clerical conservador que tenía el poder y el sector conservador que pretendía modificar las cosas tal como estaban dadas. Si lo miro a la distancia uno encuentra muchas similitudes con aquel momento. Lo que hoy llamamos Grieta (o diferencias políticas) se evidenció muy fuertemente en la Reforma de 1918. Esto que hoy llamamos «periodismo militante» estuvo muy presente entonces con La Voz del Interior militando periodísticamente para los reformistas y «Los Principios» militando para los antirreformistas, los sectores eclesiales.

Esto es muy evidente y también no es la distancia política de uno y otro sector. La Córdoba de hoy no es tan distinta de la Córdoba de ayer, pese a la Reforma Universitaria y el Cordobazo, y los intentos de cambio que hubo en Córdoba el poder sigue en las mismas manos de entonces. En el ’18 quienes digitaban el poder local eran los que integraban la llamada «Corda Frates», una logia secreta católica vinculada al Arzobispado con representantes en el poder provincial con el gobernador radical Julio Borda, en los medios con el mencionado diario «Los Principios» de Antonio Nores.

En la Municipalidad y el Poder Legislativo. La «Corda Frates» ya no existe más pero hoy se puede encontrar los hilos del poder en los distintos espacios donde se ejecuta y lleva adelante, y cuando hablo del Poder. No sólo hablo del Poder Político sino del Empresario y Económico también, por eso no veo tantas diferencias entre ambos períodos históricos. Si hay diferencia entre lo que logró la Reforma Universitaria que fue sacar a Córdoba del medioevo donde reinaba la Iglesia Cat´+olica y ella determinaba las pautas diarias de convivencia. Y lo que hacen los reformistas, pese a que en un principio intentaron modificar el estado de la Universidad, los planes de estudio y estatutos. Pero finalmente la Reforma los supera y se transforma en una Revolución.



¿Qué personajes te llamaron la atención de esa época?
En cuanto a los personajes, aparece el cuarteto de los graduados de la Universidad que son referentes intelectuales e ideológicos de la Reforma que son Deodoro Roca, Saúl Taborda, Arturo Capdevila y Arturo Orgaz. Ellos cuatro son los más grandes que tienen entre 25 y 27 años, y son quienes mostrarán el camino político e ideológico del movimiento.

Y de los líderes reformistas que comienzan diciendo que no hacen política y terminan proclamando una revolución política, sin dudas el más destacado es Enrique Barros, joven estudiante de medicina, presidente del Centro de Estudiantes de esa Facultad y de la Federación Universitaria que será el nexo entre los reformistas e Yrigoyen. Será quien en Buenos Aires, como envviado de la Federación Universitaria, negocie y dialogue con el Gobierno nacional y con Yrigoyen. Además fue un hombre que dejó su vida literalmente al servicio de la causa, que se desprendió de todos sus bienes materiales, que en un telegrama pidió que vendan todas sus cosas y su motocicleta para aportar fondos para la «guerra», como él le decía. O a la revolución y que incluso ya con la Reforma consumada en Octubre del ’18, fue víctima de un atentado de dos jóvenes católicos que lo dejaron al borde de la muerte y que en su lecho de muerte agonizando dijo ‘yo no tengo nada para dejarles más que la enseñanza de cómo hay que luchar para conseguir lo que se cree». La figura de Enrique Barros, uno de los tantos olvidados que tiene Córdoba este Centenario debe ser recordado en su dimensión justa.

¿Entonces Córdoba tiene espíritu rebelde o se volvió conservadora?
La supuesta dicotomía entre rebelde y conservadora que gusta aquí en Córdoba incluso a los conservadores marcar en forma permanente quedó completamente sepultada en caso de que alguna vez hubiera existido después del rotundo triunfo de Luciano Benjamín Menéndez tras su paso por el poder de Córdoba. Lo pudimos verificar en estos días cuando murió quien fue su gobernador, su brazo político, Carlos Chasseing.

¿El espíritu rebelde de Córdoba murió con la destitución de Obregón Cano?
Al momento de su muerte fue saludado por los actores económicos, judiciales y políticos que hace poco tiempo no se animaron a saludar a Menéndez tras su deceso. Con Chasseing si se animaron como un modo de expresar que siguen agradecidos por la Dictadura aqupi en Córdoba terminó de sepultar esas ansías de liberación que tuvo efectivamente Córdoba en lo ’60 y los ’70. En ese entonces Córdoba tuvo un impetú mucho mayor al de Rosario o Buenos Aires, fue el germen de la revolución, fue la Vanguardia, aunque esto pueda ser criticado, de aquellos movimientos armados o no que reconocían a la ciudad como la Vanguardia, y no reconocían a la Reforma como herencia de aquello o como la línea histórica por la que había que continuar porque la Reforma era era sinónimo de «tibio» en los sesentas y setentas. Eso es una error histórico porque la Reforma llevó ese nombre por la necesidad histórica de un cambio desde hacia tiempo, pero fue hasta la década del ’50 con la irrupción del peronismo sinónimo de izquierda. Eso cambia claro porque los reformistas dejan de ser la expresión más cabal de los cambios más profundos de la sociedad porque el peronismo le roba, les copa banderas muy claras como la gratuidad de los estudios superiores. Efectivamente la última expresión de esa Córdoba que a muchos les gusta contar y narrar es la fórmula Ricardo Obregón Cano-Atilio López. Después de ellos lo que viene es el tornado Menéndez y el triunfo avasallante desde el ’83, más allá de los resultados electorales, la protección que tuvo este personaje, dejó en claro que en términos culturales y políticos, Menéndez había ganado.



Tras la crisis del 2001 hubo un auge de libros revisionistas de nuestra historia nacional, como las obras de Pigna o Lanata. ¿Porqué con la historia de Córdoba no pasa lo mismo?
Sobre el revisionismo, yo en primer lugar digo que no soy historiador sino periodista, en Córdoba ha habido actores que hicieron revisionismo, concretamente Roberto Ferrero con más de 0 libros publicados sobre la Historia de Córdoba. Gran historiador, a mi modo de ver el mejor que tiene Córdoba y con una gran producción que sigue creciendo. No ha logrado la repercusión necesaria en función de que , y no sé si es intencional o no, pero la Historia de Córdoba ha quedado olvidada. La Reforma y muchas otras acciones sociales y políticas también son prueba cabal de ello. El fenómeno que se dio en Buenos Aires con historiadores como Felipe Pigna contando historias conocidas pero con nuevas miradas en Córdoba no se dio.

El propio Ferrero no ha llegado con sus obras al gran público y lo que genera eso es la desinformación. La desinformación es un arma cargada, es un arma de doble filo y que se usa en épocas electorales. Conviene que se mantenga esa desinformación. No estoy diciendo nada nuevo. Siempre me gusta comparar Córdoba con Buenos Aires para tener una referencia de otro actor social. Allí por ejemplo sobre Mariano Grondona todo el mundo sabe quién es, qué hizo antes de la Democracia y durante ella. De los grandes periodistas de Córdoba y su historia pasada no sabemos nada o mejor no saber. Qué hicieron no sólo durante la Dictadura sino durante el angelocismo cuando la administración financiera hacia que todo se caiga de a pedazos, o qué hicieron en estos 20 años de Unión por Córdoba donde parece que todo está tan calmo.



A cien años de la Reforma, ¿qué es Córdoba hoy?
Córdoba es tras el triunfo de Menéndez un mar muy calmo donde los socios de los dos partidos tradicionales no se molestan unos a otros sabiendo que se van a ir disputando el poder y donde el periodismo no tiene la chance de poner en discusión lo que pasa en la Provincia, entonces Córdoba va surfeando sin olas y sin inconvenientes. La más clara muestra es que a la muerte que te mencionaba del brazo político de Menéndez, el ex gobernador Chasseing, fue saludado por los Urquía de Aceitera General Deheza, por los Pagani de Arcor, por los Porta. Eso te muestra dónde estamos parados hoy.



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