Breve historia de los carnavales en las sierras de Córdoba

Por Gabriel Ernesto Michelotti. Nacido en la Edad Media, por patrocinio de la Iglesia Católica, el carnaval tenía una destacada función social al ser una forma de escape, donde un mendigo podía ser rey, donde las leyes eran más laxas y donde se cobraban venganzas.
El origen del carnaval data de la Edad Media, aunque hay indicios de que se pudieron haber tomado inspiraciones de festividades paganas ya sean de la antigua Roma, pueblo germánicos o célticos, no hay datos concluyentes de que efectivamente sean una reversión de festividades paganas.
El carnaval llegó a América con la conquista y la colonización, y durante siglos fue tomando su forma propia.
Hacia finales del siglo XIX, los carnavales en las sierras de Córdoba habían ya superado a los de la capital provincial en relevancia.


El éxito se medía no en cantidad de afluencia sino en su “calidad”, establecida según lo ilustre de su asistencia. Es decir era de interés para el prestigio del carnaval atraer a los figuras culturales destacadas, los burgueses y estancieros más ricos y a los políticos más relevantes a nivel nacional.Otro factor importante para medir la notoriedad del carnaval era la “unión entre las familias” lo cual se puede resumir en la buena convivencia de los asistentes, para lograrlo era importante que los asistentes pertenecieran a una misma clase social y/o un mismo espacio geográfico.

Cada quien sabía a qué carnaval asistir, en el cual pasaría una festividad más agradable, pero también había un interés en participar en aquellos más reconocidos ya que quienes asistían a los principales carnavales eran las personas más ilustres, ricas o influyentes de la sociedad. Las propias autoridades que organizan la festividad se preocupaban por quien invitar porque si la convivencia entre los asistentes era mala se tomaba como un mal resultado del carnaval.

La ciudad de Córdoba también se componía como un lugar de veraneo, sin embargo al no haber un carnaval lo suficientemente atractivo para los veraneantes, estos preferían los carnavales del interior acordes a su estatus.
Como un exponente de lo anteriormente descrito tenemos los carnavales de Jesús María donde Julio Argentino Roca solía pasar la festividad, y si el mismísimo presidente elegía ese lugar las principales élites de la nación lo seguían, convirtiendo a la ciudad en el epicentro de la cultura, sociedad, economía y política de Argentina durante unos días.
La contracara es la localidad de Tulumba que atraía a la festividad a estancieros y comerciantes tanto de La Rioja y Santiago del Estero, al contar con una menor influencia no eran bien vistos en la festividad de Jesús María. Estas élites le otorgaban un perfil diferente al carnaval de Tulumba.

Con el paso de los años la manera en que se medía el éxito o relevancia de un carnaval pasó a ser en torno a su afluencia de turistas, que dinamizan el comercio local, la relevancia de las bandas, corsos y otros grupos que animan la festividad, con esto el carnaval se volvió más popular reflejando pasiones y gustos del pueblo.
Ingresando más plenamente en el siglo XX tomaron reelevancia los corsos de Unquillo que se celebraron por primera vez en la Doble Avenida en 1937. Aquí se destaca el “tachómetro”, el cual salía a mojar a aquellos que permanecieran después de las 12 de la noche.

Hacia 1940 se acostumbraba a disfrazarse entre los jóvenes los cuales iban vestidos todos iguales de cowboys, indios, negros, etc. las mujeres por su parte utilizaban vestidos y antifaz. Es interesante resaltar que el uso de parlantes no estaba extendido, y que los festejos se llevaban a cabo entre el bullicio de la gente.
En 1950 se inicia la tradición de elegir a la reina del carnaval. A mediados de la década de 1960 tuvo su edición más destacada, en el “Carnaval de las Flores” participaron unas 25.000 personas, con patrocinio del gobierno provincial. Hacia fines de los años 70´ llegan las comparsas del litoral y se crea, o establece, el estilo de murga unquillense gracias al invitación por parte de la municipalidad de las academias de danza.

La rivalidad entre el bajo y el alto en Unquillo por construir las mejores carrozas y brindar el mejor espectáculo, que si bien no es un elemento único de esta localidad, es representativo de la festividad.
Hoy en día la celebración está muy extendida por toda la región ya sean de mayor o menor envergadura esta colorida festividad tiene una relevancia destacada en el paisaje serrano siendo motivo de afluencia de turistas y alegría.

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