Un artista del hambre

Por Mariana Valle. Pecas Soriano, poeta y médico holístico que sana heridas del cuerpo y del alma. Artista
modesto hasta casi volverse un diminuto punto, apenas visible en la burocracia del sistema.
Pecas, el personaje y el hombre se consumen en la carne hambrienta de justicia, batallándole
a los días con poesía.
El otro Pecas, el que abriga al mártir es el que escribe con tiza de esperanzas en la sala de
espera del Hospital de urgencias.
El hombre devorado por la indignación lanza un profuso grito de silencio…y hambre.
No se olviden de sus batallas ni de su hidalguía. No es menos el hombre que cabalga
silencioso debajo del hechizo de la luna. Con sus poemas a cuestas y por si acaso, se le
olvida vivir.
Sed de gloria y de justicia en sublimes actos que se disminuyen en la banalidad de los días de
la Ciudad sin Dios…
Pecas es artífice de su propio argumento. Sonríe benignamente desde su auditorio y reparte
pan para el tumultuoso -pero invisible- cúmulo de poetas sin nombre.
En generosa muestra de milagros se hace el artista del hambre desde el hambre del artista.
Yo sé, que están creciéndoles alas en la espalda.
El hombre palia las llagas de los desesperados con letras y símbolos que acunan las almitas
que custodia, celoso, de los heraldos negros.
Y sale victorioso.
El hombre se levanta de su huelga, no dice nada, pero su sonrisa quejumbrosa dice lo que necesitamos.
Un artista del Hambre. Dice que «El amor es igual a desplazarse al exacto ritmo del
amado/aunque amar sea la furia del río/
horadando la piedra quieta del lecho» (El Péndulo). El contorsionista dibuja: «Sus finísimos
átomos de ternura/desprendiéndose en armonía/ con el terrible abrazo del agua» (El
Péndulo).
Pecas prepara la instrucción del vuelo «Mirar profundamente/El rastro de las
golondrinas./Acopiar todo el celeste posible./Recordar el vuelo/no por un mero ejercicio de
memoria
sino como una bandera imprescindible./Hay que saber emigrar a tiempo./Aunque siempre se
vuelva./ La vida es el viaje. (El Viaje)
Y «Sólo recuerdo a veces -como entre nubes-que este hombre que llevo/ tiene apellido de niño
(Empiezo a Olvidarme).
Pecas se hamaca en las invisibles cuerdas que dibujan sus palabras y se sustenta en las
recetas de los magos. Sonríe.
La batalla está ganada. «El hombre ha perdido sus alas/ de tanto andar por el mundo» acaso..
«¿Un fino murmullo de soledad/ ¿Su invisible temblor herido?/¿La nostalgia inquieta en su
savia?/¿Su desgarrado corazón de ausencia? (La Rama Sola).
Yo no soy el capitán de las ternezas/-apenas si conozco a ese hombre-/Lo he visto bajando
asombrado de las nubes/con su viejo rostro de niño encendido./Lo he visto romper su corazón
contra las piedras/ rastreando las huellas de la palabra verdadera (El Capitán de las
Ternezas).
Se redimen los poetas que mueren con la noche. Pecas, hombre, médico, poeta, justo está
ante las Puertas de la Justicia… Las puertas se abren para él. Sonríe como gorrión herido en
un manantial de agua. El fuego crepita, otra vez. Sonríe mi alma y canta. El poeta derribó a
sus verdugos … Y, por si acaso, conquista un nuevo título.
¡¡¡¡¡GRACIAS, MAESTRO!!!!

Poemas del autor en http://www.subverso.es/?p=2416
Por Mariana Valle
Doctoranda en Letras-UNC
www.ladoctaliteraria.blogspot.com.ar

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